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DECLARACIÓN DE MISIÓN Y VISIÓN DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL 7º DÍA

DECLARACIÓN DE MISIÓN Y VISIÓN DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL 7º DÍA

Nuestra Misión — La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es comunicar a todas las personas el evangelio eterno del amor de Dios en el contexto del mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 12, conforme está revelado en la vida, muerte, resurrección y ministerio sacerdotal de Jesucristo, invitándolas a aceptar a Jesús como su Salvador personal y a unirse a su iglesia, y asistiéndolas y edificándolas espiritualmente en preparación para su pronto retorno.

Nuestro Método — Llevamos adelante esta misión, bajo la dirección del Espíritu Santo.

1. El ministerio de la predicación. Aceptando la comisión del Señor registrada en Mateo 28:18 al 20, anunciamos a todo el mundo el mensaje de un amoroso Dios, revelado más plenamente en el ministerio de la reconciliación y en la muerte expiatoria de su Hijo. Y, reconociendo que la Biblia es la infalible revelación de la voluntad de Dios, proclamamos su mensaje total, incluyendo lo referente a la segunda venida de Cristo y a la permanente autoridad de su ley de los Diez Mandamientos con su recordatorio del séptimo día, sábado, como día de reposo.
2. El ministerio de la enseñanza. Reconociendo que el desarrollo de la mente y el carácter es esencial dentro del plan redentor de Dios, promovemos el desarrollo de una comprensión madura de Dios y de nuestra relación con él, con su Palabra y con el Universo creado.

3. El ministerio de la sanidad. Afirmando el énfasis bíblico sobre el bienestar integral de la persona, damos prioridad a la preservación de la salud y la curación de la enfermedad y, a través de nuestro ministerio a los pobres y oprimidos, cooperamos con el Creador en su compasiva obra de restauración.



DECLARACIÓN DE VISIÓN DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL 7º DÍA

Nuestra Visión — En armonía con las grandes profecías de las Escrituras, entendemos que el clímax del plan de Dios es restaurar toda su creación a la completa armonía con su perfecta voluntad y justicia.









DECLARACIÓN DE VALORES DE LA IGLESIA ADVENTISTA DEL 7º DÍA

Nuestros Valores - Están basados en la revelación provista a través de la Biblia y la vida de Jesucristo. Nuestro sentido de identidad y llamado proviene de una compresión de las profecías bíblicas, especialmente de aquellas relativas al tiempo que precede inmediatamente al retorno de Jesús. Consecuentemente toda la vida llega a ser una creciente experiencia y demostración de compromiso con Dios y con su reino.

Nuestro sentido de misión está impulsado por la seguridad de que cada persona, independientemente de las circunstancias, es de infinito valor para Dios y por lo tanto merecedora de respeto y dignidad. A través de la gracia de Dios cada persona es dotada para, y necesaria en, las diversas actividades de la familia de la iglesia.

Nuestro respeto por la diversidad, individualidad y libertad está equilibrado con nuestra consideración por la comunidad. Nosotros somos una familia mundial de fe comprometida a representar el reino de Dios en nuestro mundo a través de una conducta ética, de mutua consideración, y de amante servicio. Nuestra fidelidad para con Dios incluye el compromiso y sostén de su cuerpo, la iglesia.




(Fuente: Reglamento de la DSA A 10 - 2010


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Las 28 Creencias Fundamentales de los Adventistas


Los Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su único credo y mantienen creencias fundamentales como enseñan las Sagradas Escrituras. Estas creencias constituyen la percepción y expresión que la Iglesia sostiene con respecto a las enseñanzas bíblicas.

1. Las Sagradas Escrituras: Las Sagradas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento, son la Palabra de Dios escrita, dada por inspiración divina por intermedio de santos hombres de Dios que hablaron y escribieron al ser movidos por el Espíritu Santo. (II Pedro 1:20 y 21; II Tim. 3:16 y 17; Sal. 119:105; Prov. 30:5 y 6; Isa. 8:20; Juan 10:35; 17:17; I Tes. 2:13; Heb. 4:12).

2. La Trinidad Hay un sólo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas coeternas. Dios es inmortal, omnipotente, omnisciente, encima de todo, y siempre presente. (Deut. 6:4; 29:29; Mat. 28:19; II Cor. 13:13; Efes. 4:4-6; I Pedro 1:2; I Tim. 1:17; Apoc. 14:6 y 7).

3. Dios Padre Eterno: es el Creador, el Originador, el Mantenedor y el Soberano de toda la creación. Él es justo y santo, compasivo y clemente, tardo en airarse, y grande en constante amor y fidelidad. (Gén. 1:1; Apoc. 4:11; I Cor. 15:28; Juan 3:16; I Juan 4:8; I Tim. 1:17: Éxo. 34:6 y 7; Juan 14:9).

4. Dios Hijo Eterno: se encarnó en Jesucristo. Por medio de Él se crearon todas las cosas, se reveló el carácter de Dios, se efectuó la salvación de la humanidad y se juzga el mundo. Jesús sufrió y murió en la cruz por nuestros pecados y en nuestro lugar, fue resucitado entre los muertos y ascendió para administrar en el santuario celestial a nuestro favor. Vendrá otra vez para la liberación final de Su pueblo y la restauración de todas las cosas. (Juan 1:1-3 y14; 5:22; Col. 1:15-19; Juan 10:30; 14:9; Rom. 5:18; 6:23; II Cor. 5:17-21; Lucas 1:35; Filip. 2:5-11; I Cor. 15:3 y 4; Heb. 2:9-18; 4:15; 7:25; 8:1 y 2; 9:28; Juan 14:1-3; I Ped. 2:21; Apoc. 22:20). Ver video (Realvideo 3 minutos).

5. Dios Espíritu Santo: desempeñó una parte activa con el Padre y el Hijo en la Creación, Encarnación y Redención. Inspiró a los escritores de las Escrituras. Llenó de poder la vida de Cristo. Atrae y convence a los seres humanos; y los que se muestran sensibles, son renovados y transformados por Él, a imagen de Dios. Concede dones espirituales a la Iglesia. (Gén. 1:1 y 2; Lucas 1:35; II Pedro 1:21; Lucas 4:18; Hechos 10:38; II Cor. 3:18; Efes. 4:11 y 12; Atos 1:8; Juan 14:16-18 y 26; 15:26 y 27; 16:7-13; Rom. 1:1-4).

6. Dios es el Creador: Dios es el Creador de todas las cosas y reveló en las Escrituras el relato auténtico de Su actividad creadora. En seis días hizo el Señor los Cielos y la Tierra y todo lo que tiene vida sobre la Tierra, y descansó el séptimo día de esa primera semana. (Gén. 1;2; Éxo. 20:8-11; Sal. 19:1-6; 33:6 y 9; 104; Heb. 11:3; Juan 1:1-3; Col. 1:16 y 17).

7. La Naturaleza del Hombre: El hombre y la mujer fueron formados a imagen de Dios con individualidad y con el poder y la libertad de pensar y actuar. Como han sido creados como seres libres, cada uno es una unidad indivisible de cuerpo, mente y alma, y dependiente de Dios en cuanto a la vida, respiración y todo lo demás. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, negaron su dependencia de Él y cayeron de sua elevada posición abajo de Dios. La imagen de Dios en ellos, fue desfigurada, se volvieron mortales. Sus descendientes comparten esa naturaleza caída y de sus consecuencias. (Gén. 1:26-28; 2:7; Sal. 8:4-8; Hechos 17:24-28; Gén. 3; Sal. 51:5; Rom. 5:12-17; II Cor. 5:19 y 20).

8. El Gran Conflicto: Toda la humanidad está involucrada en un gran conflicto entre Cristo y Satanás, en cuanto al carácter de Dios, Su Ley y Su soberanía sobre el Universo. Ese conflicto se originó en el Cielo, cuando un ser creado, dotado de libertad de elección, por exaltación propia, se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, y condujo la rebelión de una parte de los ángeles. Él introdujo el espíritu de rebelión en este mundo. Observado por toda la Creación, este mundo se convirtió en el palco del conflicto universal, dentro del cual será finalmente reivindicado el Dios de amor. (Apoc. 12:4-9; Isa. 14:12-14; Ezeq. 28:12-18; Gén. 3; Gén. 6-8; II Pedro 3:6; Rom. 1:19-32; 5:19-21; 8:19-22; Heb. 1:4-14; I Cor. 4:9).

9. Vida, Muerte y Ressurrección de Cristo: En la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, y en Su sufrimiento, muerte y resurrección, Dios proveyó el único medio de expiación del pecado humano, de modo que los que aceptan esa expiación por fe, puedan tener vida eterna, y toda la Creación comprenda mejor el infinito y santo amor del Creador. (Juan 3:16; Isa. 53; II Cor. 5:14, 15 y 19-21; Rom. 1:4; 3:25; 4:25; 8:3 y 4; Filip. 2:6-11; I Juan 2:2; 4:10; Col. 2:15).

10. La Experiencia de la Salvación En infinito amor y misericordia: Dios permitió que Cristo se convirtiese en pecado por nosotros, para que en Él fuésemos hechos justicia de Dios. Guiados por el Espíritu Santo reconocemos nuestra pecaminosidad, nos arrepentimos de nuestras transgresiones y tenemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como Sustituto y Ejemplo. Esta fe que acepta la salvación, viene del poder de la Palabra y es el don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos justificados y libertados del dominio del pecado. Por medio del Espíritu, nacemos de nuevo y somos justificados. Permaneciendo en Él, participamos de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación, ahora y en el Juizo. (Sal. 27:1; Isa. 12:2; Jonas 2:9; Juan 3:16; II Cor. 5:17-21; Gál. 1:4; 2:19 y 20; 3:13; 4:4-7; Rom. 3:24-26; 4:25; 5:6-10; 8:1-4, 14, 15, 26 y 27; 10:7; I Cor. 2:5; 15:3 y 4; I Juan 1:9; 2:1 y 2; Efes. 2:5-10; 3:16-19; Gál. 3:26; Juan 3:3-8; Mat. 18:3; I Pedro 1:23; 2:21; Heb. 8:7-12).

11. Crecimiento en Cristo (nueva doctrina) Por Su muerte sobre la cruz Jesús triunfó sobre las fuerzas de mal. Aquel que subyugó los espíritus demoníacos durante Su ministerio terrenal derrotó su poder e hizo cierto su destino final. La victoria de Jesús nos da la victoria sobre las fuerzas malignas que todavía procuran controlarnos, para ahora caminar con Él en la paz, la alegría, y la seguridad de Su amor. Ahora el Espíritu Santo mora dentro de nosotros y nos fortalece. Continuamente comprometidos a Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos puestos en libertad de la carga de nuestros hechos pasados. Nos alejamos del vivir en la oscuridad, el miedo de los poderes malvados, la ignorancia, y el absurdo de nuestro antiguo modo de vivir. En esta nueva libertad en Jesús, somos llamados para convertirnos a la semejanza de Su carácter, comunicándonos con Él diariamente en oración, alimentándonos de Su Palabra, meditando en ella y en Su providencia, cantándole alabanzas, reuniéndonos para la adoración, y participando en la misión de la Iglesia. Así como nos damos a nosotros mismos en el servicio amante a aquellos alrededor nuestro y en la testificación de Su salvación, Su presencia constante con nosotros a través del Espíritu transforman cada momento y cada tarea en una experiencia espiritual. Apoyo se encuentra en estos pasajes Bíblicos: Salmos 1:1,2; Salmos 23:4; Salmos 77:11,12; Colosenses 1:13,14 Colosenses 2:6; Colosenses 2:14,15; Lucas 10:17-20; Efesios 5:19-20; Efesios 6:12-18; 1Tesalonicenses 5:16-18; 1Tesalonicenses 5:23; 2Pedro 2:9; 2Pedro 3:18; 2Corintios 3:17-18; Filipenses. 3:7-14; Mateo 20:25-28; Juan 20:21; Gálatas 5:22-25; Romanos 8:38-39; 1Juan 4:4; Hebreos 10:25

12. La Iglesia: es la comunidad de creyentes que confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador. Nos unimos para adorar, para comunión, para instrucción en la Palabra, para celebrar la Cena del Señor, para el servicio a toda la humanidad y para la proclamación mundial del Evangelio. La Iglesia es la Familia de Dios. La Iglesia es el cuerpo de Cristo. (Gén. 12:3; Hechos 7:38; Mat. 21:43; 16:13-20; Juan 20:21 y 22; Hechos 1:8; Rom. 8:15-17; I Cor. 12:13-27; Efes. 1:15 y 23; 2:12; 3:8-11 y 15; 4:11-15).

13. El Remaneciente y su Misión: La Iglesia universal se compone de todos los que verdaderamente creen en Cristo; pero, en los últimos días, un remaneciente ha sido llamado, a fin de guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remaneciente anuncia la llegada de la hora del Juicio, proclama la salvación por medio de Cristo y predice la aproximación de Su segundo advenimiento. (Mar. 16:15; Mat. 28:18-20; 24:14; II Cor. 5:10; Apoc. 12:17; 14:6-12; 18:1-4; Efes. 5:22-27; Apoc. 21:1-14).

14. Unidad en el Cuerpo de Cristo: La Iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de toda nación, tribu, lengua y pueblo. Todos somos iguales en Cristo. Mediante la revelación de Jesucristo en las Escrituras, compartimos la misma fe y esperanza y extendemos un solo testimonio para todos. Esta unidad encuentra su fuente en la unidad del Dios triuno, que nos adoptó como Sus hijos. (Sal. 133:1; I Cor. 12:12-14; Hechos 17:26 y 27; II Cor. 5:16 y 17; Gál. 3:27-29; Col. 3:10-15; Efes. 4:1-6; Juan 17:20-23; Santiago 2:2-9; I Juan 5:1).

15. El Bautismo: Por el bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y en la resurrección de Jesucristo y testimoniamos nuestra muerte al pecado y nuestro propósito de andar en novedad de vida, siendo aceptados como miembros por Su Iglesia. Y por inmersión en el agua se sigue la instrucción en las Escrituras Sagradas y la aceptación de sus enseñanzas. (Mat. 3:13-16; 28:19 y 20; Hechos 2:38; 16:30-33; 22:16; Rom. 6:1-6; Gál. 3:27; I Cor. 12:13; Col. 2:12 y 13; I Pedro 3:21).

16. La Cena del Señor: La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y de la sangre de Jesús, como expresión de fe en Él, nuestro Señor y Salvador. La preparación incluye el examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión. El Maestro instituyó la Ceremonia del lavamiento de pies para representar renovada purificación, para expresar la disposición de servir uno al otro en humildad semejante a la de Cristo, y para unir nuestros corazones en amor. (Mat. 26:17-30; I Cor. 11:23-30; 10:16 y 17; Juan 6:48-63; Apoc. 3:20; Juan 13:1-17).

17. Dones y Ministerios Espirituales: Dios concede a todos los miembros de Su Iglesia, en todas las épocas, dones espirituales. Siendo otorgados por la actuación del Espíritu Santo, el cual distribuye a cada miembro como le place, los dones proveen todas las aptitudes y ministerios que la Iglesia necesita para cumplir sus funciones divinamente ordenadas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para funciones reconocidas por la Iglesia en ministerios pastorales, evangélicos, apostólicos y de enseñanza. (Rom. 12:4-8; I Cor. 12:9-11, 27 y 28; Efes. 4:8 y 11-16; II Cor. 5:14-21; Hechos 6:1-7; I Tim. 2:1-3; I Pedro 4:10 y 11; Col. 2:19; Mat. 25:31-36).

18. El Don de Profecía: Uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una característica de la Iglesia remaneciente y fue manifestado en el ministerio de Ellen G. White. Como la mensajera del Señor, sus escritos son una continua y autorizada fuente de verdad y proporcionan consuelo, orientación, instrucción y corrección a la Iglesia. (Joel 2:28 y 29; Hechos 2:14-21; Heb. 1:1-3; Apoc. 12-17; 19:10).

19. La Ley de Dios: Los grandes principios de la Ley de Dios son incorporados en los Diez Mandamientos y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y los propósitos de Dios acerca de la conducta y de las relaciones humanas, y son obligatorios a todas las personas, en todas las épocas. Esos preceptos constituyen la base del concierto de Dios con Su pueblo y la norma del juicio de Dios. (Éxo. 20:1-17; Mat. 5:17; Deut. 28:1-14; Sal. 19:7-13; Juan 14:15; Rom. 8:1-4; I Juan 5:3; Mat. 22:36-40; Efes. 2:8).

20. El Sábado: El bondadoso Creador, después de los seis dias de la Creación, descansó el séptimo día e instituyó el Sábado para todas las personas, como recordativo de la Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable Ley de Dios requiere la observancia de este sábado del séptimo día como día de descanso, adoración y ministerio, en armonía con la enseñanza y práctica de Jesús, el Señor del Sábado. (Gén. 2:1-3; Éxo. 20:8-11; 31:12-17; Lucas 4:16; Heb. 4:1-11; Deut. 5:12-15; Isa. 56:5 y 6; 58:13 y 14; Lev. 23:32; Mar. 2:27 y 28).

21. Mayordomía: Somos mayordomos de Dios, responsables por el uso apropiado del tiempo y de las oportunidades, capacidades y posesiones, y de las bendiciones de la Tierra y sus recursos que Él colocó bajo nuestro cuidado. Reconocemos el derecho de propiedad de parte de Dios, por medio del fiel servicio a Él y a nuestros semejantes, y devolviendo los diezmos y dando ofrendas para la proclamación de Su Evangelio y para la manutención y el crecimiento de Su iglesia. (Gén. 1:26-28; 2:15; Hageo 1:3-11; Mal. 3:8-12; Mat. 23:23; I Cor. 9:9-14).

22. Conducta Cristiana: Somos llamados para ser un pueblo piadoso, que piensa, siente y actúa de acuerdo con los principios del Cielo. Para que el Espíritu recree en nosotros el carácter de nuestro Señor, solo nos involucramos con aquellas cosas que producirán en nuestra vida, pureza, salud y alegría semejantes a las de Cristo. (I Juan 2:6; Efes. 5:1-13; Rom. 12:1 y 2; I Cor. 6:19 y 20; 10:31; I Tim. 2:9 y 10; Lev. 11:1-47; II Cor. 7:1; I Pedro 3:1-4; II Cor. 10:5; Filip. 4:8).

23. Matrimonio y Familia: El casamiento fue divinamente establecido en el Edén y confirmado por Jesús como unión vitalicia entre un hombre y una mujer, en amoroso compañerismo. Para el cristiano, el compromiso matrimonial es con Dios, y con el cónyuge, y solamente debe ser asumido entre parejas que comparten la misma fe. Referente al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia del cónyuge, a no ser por causa de fornicación, y se casa con otro, comete adulterio. Dios bendice a la familia y quiere que sus miembros se ayuden uno al otro a alcanzar completa madurez. Los padres deben educar sus hijos a amar al Señor y a obedecerle. (Gén. 2:18-25; Deut. 6:5-9; Juan 2:1-11; Efes. 5:21-33; Mat. 5:31 y 32; 19:3-9; Prov. 22:6; Efes. 6:1-4; Mal. 4:5 y 6; Mar. 10:11 y 12; Lucas 16:18; I Cor. 7:10 y 11).

24. El Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial: Hay un santuario en el Cielo. En él, Cristo intercede en nuestro favor, haciendo accesibles a los creyentes los beneficios de Su sacrifício expiatorio ofrecido una vez por todas, en la cruz. Él es nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó Su ministerio intercesor en ocasión de Su ascensión. En 1844, a final del período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última etapa de Su ministerio expiatorio. El jucio investigador revela a los seres celestiales quien entre los muertos será digno de formar parte en la primera resurrección. También se hace manifesto quien, entre los vivos, está preparado para la traslación a Su reino eterno. La terminación del ministerio de Cristo señalará el fin del tiempo de gracia para los seres humanos, antes del Segundo advenimiento. (Heb. 1:3; 8:1-5; 9:11-28; Dan. 7:9-27; 8:13 y 14; 9:24-27; Núm. 14:34; Ezeq. 4:6; Mal. 3:1; Lev. 16; Apoc. 14:12; 20:12; 22:12).

25. La Segunda Venida de Cristo: La segunda venida de Cristo es la bendita esperanza de la Iglesia. La venida del Salvador será literal, personal, visible y universal. (Tito 2:13; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; I Tes. 4:16 y 17; I Cor. 15:51-54; II Tes. 2:8; Mat. 24; Mar. 13; Lucas 21; II Tim. 3:1-5; Joel 3:9-16; Heb. 9:28).

26. Muerte y Resurrección: El salario del pecado es la muerte. Pero Dios, el único que es imortal, concederá vida eterna a Sus redimidos. Hasta aquel día, la muerte es un estado inconsciente para todas las personas. (I Tim. 6:15 y 16; Rom. 6:23; I Cor. 15:51-54; Ecles. 9:5 y 6; Sal. 146:4; I Tes. 4:13-17; Rom. 8:35-39; Juan 5:28 y 29; Apoc. 20:1-10; Juan 5:24).

27. El Milenio y el Fin del Pecado: El milenio es el reinado de mil años de Cristo con Sus santos, en el Cielo, entre la primera y la segunda resurrección. Durante este tiempo serán juzgados los impíos muertos. Al fin de ese período, Cristo con Sus Santos y la Ciudad Santa descenderán del Cielo a la Tierra. Los impíos muertos serán entonces resucitados y, con Satanás y sus ángeles, cercarán la ciudad; pero el fuego de Dios los consumirá y purificará la Tierra. El Universo quedará eternamente libre del pecado y de los pecadores. (Apoc. 20; Zac. 14:1-4; Mal. 4:1; Jer. 4:23-26; I Cor. 6; II Pedro 2:4; Ezeq. 28:18; II Tes. 1:7-9; Apoc. 19:17, 18 y 21).

28. La Nueva Tierra: En la Nueva Tierra, en que habita la justicia, Dios proveerá un hogar eterno para los remidos y un ambiente perfecto para vida, amor, alegría y aprendizaje eternos, en Su presencia. (II Pedro 3:13; Gén. 17:1-8; Isa. 35; 65:17-25; Mat. 5:5; Apoc. 21:1-7; 22:1-5; 11:15).
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LOS DIEZ MANDAMIENTOS
(Exodo 20: 3-17, versión Torres Amat)


-I-

No tendrás otros dioses delante de mi.

-II-

No harás para ti imagen de escultura, ni figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni de la que hay en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni rendirás culto. Yo soy el Señor Dios tuyo, el fuerte, el celoso, que castigo con maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generaciòn, de aquellos, digo, que me aborrecen; y que uso de misericordia hasta millares de generaciones con los que aman y guardan mis mandamientos.
-III-

No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios: porque no dejará el Señor sin castigo al que tomare en vano el nombre del Señor Dios suyo.
-IV-
Acuérdate de santificar el día de sábado para santificarlo. Los seis días trabajarás, y harás todas tus labores: Mas el día séptimo es sábado o fiesta del Señor Dios tuyo. Ningun trabajo harás en él, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu criado, ni tu criada, ni tus bestias de carga, ni el extranjero que habita dentro de tus puertas o poblaciones. Por cuanto el Señor en seis días hizo el cielo y la tierra, y el mar, y todas las cosas que hay en ellos, y descansó en el día séptimo: por esto bendijo el Señor el día del sábado y lo santificó.
-V-

Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largos años sobre latierra que te ha de dar el Señor Dios tuyo .

-VI-

No matarás.

-VII-
No fornicarás
-VIII-
No hurtarás.
-IX-

No levantaras falso testimonio contra tu prójimo

-X-
No codiciarás la casa de tu prójimo: ni desearás su mujer, ni esclavo, ni esclava, ni buey, ni asno, ni cosa alguna de las que le pertenecen
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UN DIALOGO CON DIOS
ACERCA DEL SÁBADO
ERLING CALKINS

Dime, Señor, ¿tienes tú un día especial de descanso para tus seguidores?
Yo fui en el Espíritu en el día del Señor”. Apocalipsis 1:10.

Pero ¿cuál es el día del Señor? ¿De qué día de la semana eres tú el Señor?
Porque Señor es del sábado el Hijo del hombre”. S. Ma­teo 12:8.

Hay siete días en la semana. ¿Cuál de ellos es el día de reposo?
“El séptimo día es sábado o fiesta del Señor Dios tuyo”. Cuarto mandamiento. (Éxodo 20:8-10, versión de Félix To­rres Amat)

¿Qué día de acuerdo con nuestro cómputo, es el séptimo: el sábado o el domingo?
“Y como pasó el sábado. María Magdalena, y María ma­dre de Jacobo… muy de mañana, el primer día de la semana, vienen al sepulcro, ya salido el sol... Y entradas en el sepulcro, vieron un mancebo... Más él les dice: No os asustéis buscáis a Jesús Nazareno, el que fue crucifi­cado; resucitado ha”. S. Marcos 16:1-6. (Nota: Todo el mundo sabe que el domingo fue el día de la resurrección. El sábado había pasado cuando amaneció. Es, pues, evi­dente que el sábado es el día anterior al domingo).

Pero, Señor, ¿no aboliste tú la ley que contiene el man­damiento del sábado?
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”. S. Mateo 5:1.7.

Bien, por lo menos, ¿no cambiaste tú uno de los mandamientos, de manera que hoy tus seguidores puedan guardar otro día fuera del séptimo?
“Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas”. S. Mateo 5:13.

Pero, Señor, ¿no es el sábado un día judío? ¿No es el séptimo el día de reposo de los judíos?
“El sábado por causa del hombre es hecho”. S. Marcos 2:27. (El sábado fue hecho y entregado al hombre genéricamente hablando, 1500 años antes de la existencia de cualquier judío. (Véase Génesis 21-3).

Alguien me dijo que después de tu crucifixión, Señor, tus seguidores no continuaron guardando el séptimo día de acuerdo con el mandamiento. ¿Es cierto?
“Y era día de la víspera de la Pascua; y estaba para rayar el sábado. Y las mujeres que con él habían venido de Galilea, siguieron también y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. Y vueltas, aparejaron drogas aro­máticas y ungüentos, y reposaron el sábado; conforme al mandamiento”. S. Lucas 23:54-56.

Pero, ¿acaso el apóstol Pablo no se reunía siempre con los cristianos de su tiempo en domingo, en honor a la resurrec­ción? ¿Qué costumbre tenía él con respecto al día de culto?
“Y Pablo, como acostumbraba, entró a ellos, y por tres sábados disputó con ellos de las Escrituras”. Hechos 17:2. ¿Se reunía también con los conversos gentiles en sábado?

Tal vez él se congregaba con los judíos en sábado y con los griegos en domingo. ¿Cuál es la verdad, Señor?
“Y disputaba en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a Judíos y a Griegos”. Hechos 18:4.

¿Qué enseñó Pablo con respecto a la observancia del sábado?
“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Por­que el que ha entrado en su reposo, también él ha repo­sado de sus obras, como Dios de las suyas”. Hebreos 4:9, 10.

Pero, ¿a qué día se refirió Pablo cuando habló de descan­sar como descansó Dios?
“‘Porque en un cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día”. He­breos 4:4.

¿Es ésta, pues, la instrucción que tú das con respecto a la observancia del sábado?
“Porque no he rehuido de anunciaros todo el consejo de Dios”. Hechos 20:27. (En el Nuevo Testamento hay nada menos que 59 referencias al sábado. El libro de los Hechos alude a 84 sábados en que el apóstol San Pablo y sus asociados realizaron servicios religiosos. Sin embargo, no hay una sola palabra en toda la Biblia que autorice la observancia del domingo).

Pero, entonces, ¿por qué tantas personas guardan el domingo en lugar del sábado? Si la Biblia enseña la observancia del sábado, ¿quién introdujo la observancia del domingo, y cuándo lo hizo?
“Y (la potencia llamada cuerno pequeño) hablará palabras contra el Altísimo... y pesará en mudar los tiempos y la ley”. Daniel 7:25

La Iglesia Romana es el cuerno pequeño de Daniel 7: ¿quieres decir tu, Señor, que ella pensaría en cambiar la ley de Dios?
“Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley”. Hageo 2:11

Bien, le preguntaré a Esteban Keenan, un sacerdote católico: ¿Cree su iglesia que tiene poder de cambiar la ley de Dios?
“Si no tuviera tal poder, no podría haber hecho aquello en que concuerdan todos los modernos eruditos en religión; no podría haber reemplazado la observancia del sábado. Séptimo día de la semana, por la observancia del domingo, primer día de la semana, un cambio para el cual no existe autoridad bíblica”. Doctrinal Catechism, página 174.

¿Cuándo se realizó ese cambio?
“Observamos el domingo en lugar del sábado porque la Iglesia Católica en el Concilio de Laodicea (364 de J.C.) trnasfirió la solemnidad del sábado al domingo”. The Converts Catechism, Pedro Geirmann, página 50 (Este catecismo recibió la bendición papal el 25 de enero de 1910).

¿Están de acuerdo con esto los ministros protestantes?
Los congregacionalistas dicen: “Es completamente claro que, por rígida o devotamente que pasemos el domingo, no es­tamos observando el sábado”.—Dr. R. W. Dale en Ten Commandments, página 103.
Los metodistas: “Sábado en el lenguaje hebreo, significa descanso, y es el séptimo día de la semana y debe confesarse que no existe ley en el Nuevo Testamento con­cerniente al primer día”. —Diccionario Teológico de Buck.
Los bautistas: “Ha existido y existe un mandamiento que ordena guardar el sábado, pero el sábado no era el domingo. Se dirá, sin embargo.,y con cierto aire de triunfo, que el sábado fue transferido del séptimo al primer día de la semana. ¿Dónde puede hallarse esta transferencia? No en el Nuevo Testamento— absolutamente no… Por supuesto, bien sé que el domingo comenzó a observarse durante la historia cristiana primitiva. ... Pe­ro es lamentable que haya venido rotulado con la marca del paganismo, y bautizado con el nombre del dios sol, cuando fue adoptado y sancionado por la apostasía papal, y transmitido como un sagrado legado al protestantismo”. —Dr. E. T. Hiscox, autor del Baptist Manual.

¿Qué diferencia hace el día que yo observo? Un día equivale a otro día, ¿no es cierto?
“¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obe­decéis, o del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia? Romanos 6:16


¿Qué haré entonces? ¿Guardaré el sábado del mandamiento de Dios o el domingo del hombre?
“Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres.” Hechos 5:29.

Bien, Señor, ¿qué piensas tú de la observancia del domingo?
“Así habéis invalidado el mandamiento de Dios con vuestra tradición… Mas en vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres”. S. Mateo 15:6, 9.

Pero los millones de personas que observan el domingo no pueden estar equivocados, ¿no es cierto?
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. S. Mateo 7:13, 14. (Sólo unos pocos obedecieron a Dios en los días de Noé, en los días de Lot, en los días de Cristo. La mayoría se perdió).

Pero, el Dr. Fulano de tal es un hombre muy sabio: ¿Porqué él y todos los grandes predicadores no observan el sábado?
“Porque mirad, hermanos vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; ante lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios y lo loco del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios, y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte”. 1 Corintios 1:26, 27 (Nota: Los grandes maestros religiosos en los días de Cristo rechazaron la verdad también. Sus seguidores pertenecían al común del pueblo).

¿Pero yo he aceptado al Señor Jesús; yo sé que es mi Sal­vador: yo sé que El me ha recibido, y sin embargo he es­tado observando el domingo. Por cierto que no me perderé sino guardo el sábado ahora, ¿no es así?
“Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia (manda dice la Reina Valera del 60) a todos los hombres en todos los lugares que se arrepientan”. Hechos 17:30.

Yo te conozco, Señor; tú no me condenarás por no observar el sábado, ¿no es verdad?
“El que dice, Yo le he conocido y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él”. 1 S. Juan 2:4.

Pero ¿no es suficiente que yo ame al Señor y viva de acuerdo con la ley de amor?
“Si me amáis guardad mis mandamientos”. S. Juan 14:15

¿Abarca esto los diez mandamientos?
“Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley y ofendiere en un punto, es hecho culpable de todos”. San­tiago 2:10.

Bien, yo creo que si tratamos de seguir a Jesús, eso es todo lo que necesitamos. ¿No es cierto Señor Jesús?
“El que dice que está en él, debe andar como él anduvo”. 1 San Juan 2:6

¿Cómo actuaste tú, Señor? ¿Cuál fue tu costumbre?
“Y vino a Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme a su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer”. S. Lucas 4:16

Pero, Señor, esto ocurrió hace 1900 años. ¿No observarías algún otro día que no fuera el sábado si vinieras a la tierra hoy?
“Yo Jehová, no me mudo”. Malaquías 3:6. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Hebreos 13:8.

¿Depende mi salvación de mi obediencia a este mandato sabático?
“Y consumado, vino a ser causa de eterna salud a todos los que le obedecen”. Hebreos 5:9.

¿Crees tú que es absolutamente necesario guardar los man­damientos para recibir la vida eterna?
“Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. S. Mateo 19:17.

Pero todavía yo no veo por qué insistes en el séptimo día, Señor. ¿No es acaso el domingo tan bueno como el sábado?
“Y bendijo Dios al día séptimo y santificólo”. Génesis 2:3. “El bendijo, y no podré revocarla”. Números 23:20. “Tú, Jehová, la has bendecido, y será bendita para siempre”. 1 crónicas 17:27.

Bien, me parece que si observo un día de cada siete, sin preocuparme de que sea uno en particular, esto debe ser suficiente
“Hay camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de muerte”. Proverbios 16:25. “Las cosas que son del espíritu ... se han de examinar espiritualmente”. 1 Corintios 2: 13, 14.


¡Pero, Señor! ¿No puedo actuar de alguna otra manera? ¿No me llevará al cielo, lo que yo profeso?
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. S. Mateo 7:21.

Sin embargo yo oro.
“El que aparta su oído para no oír la ley, su oración tam­bién es abominable”. Proverbios 28:9.

Pero, Señor, mira a la gente que obra milagros en tu nom­bre. Algunos sanan a los enfermos, otros hablan en len­guas y hacen muchas maravillas; sin embargo no guardan el sábado. ¿Qué dices tú de ellos?
“Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profe­tizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demo­nios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y enton­ces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obra­dores de maldad”. S. Mateo 7:22, 23.

Sí, yo sé que el sábado es el día correcto: pero mis negocios sufrirían si cerrara el sábado. Podría perder mi tra­bajo. ¡No me sería posible progresar en el mundo!
“¿Qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mun­do, y pierde su alma?” S. Marcos 8:36.

Bien, en cuanto a mí mismo, no me preocupo; pero ¿que dices de mi familia? ¿No sería mejor para mí trabajar el sábado que dejar a mi familia pasar hambre?
“Vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas ha­béis menester. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. S. Mateo 6:32, 33. “No he visto justo desamparado, ni su si­miente que mendigue pan”. Salmo 37:25.

Mis amados se burlarán da mí y me ridiculizarán.
“Bienaventurados sois cuando os vituperaren, ... y dije­ren de vosotros todo mal por mi causa mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos”. S. Mateo 5:11, 12. “Si el mundo os aborrece, sabed que a mi me aborreció antes que a vosotros”. S. Juan 15:18.

Pero suponte que mí propia familia no esté de acuerdo con­migo. ¿Deberé yo ir contra sus deseos, lo cual significa­ría en algunos casos una división en el hogar?
“El que ama padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama hijo o hija más que a mi, no es digno de mi. Y el que no toma su cruz, y sigue en pos de mí, no es digno de mí”. S. Mateo 10:37, 38. “Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo”. S. Lucas 14:33.
Temo que no sería capaz de soportar todas estas pruebas. Soy demasiado débil.
“Bástate en mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona… Cuando soy flaco, entonces soy poderoso”. 2 Corintos 12:9. 10. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13.

Entonces, Señor, ¿cuál es la recompensa por ser fiel a ti y a los mandamientos?
“Nadie hay que haya dejado casa, padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna”. S. Lucas 18:29, 30. “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad”. Apocalipsis 22:14.

Señor, espero tener un hogar en la tierra renovada. ¿ Observaremos el sábado allí también?
“Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra, que yo hago, permanecen delante de mi, dice Jehová, así perma­necerá vuestra simiente y vuestro nombre. Y será que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mi, dijo Jehová”. Isaías 66:22. 23.

Pues entonces, Señor, sea hecha tu voluntad en la tierra así como en el cielo. Con tu ayuda guardaré el sábado.
“Bien, buen siervo y fiel”. S. Mateo 25:21.



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